Las aseguradoras utilizan el número de accidentes que se producen y el riesgo de fraude como parámetros para calcular el coste de las pólizas. Por lo tanto, el hecho de que alguien cometa un fraude al seguro tiene una repercusión directa en el resto de los clientes de la compañía. 

¿En qué consiste el fraude al seguro? 

El fraude al seguro hace referencia a todas aquellas acciones que se realizan para obtener un beneficio, generalmente económico, por parte de la compañía aseguradora que en realidad no corresponde. Cualquier acción contraria a la verdad perjudica a todas las partes implicadas. 

Por un lado, a los asegurados, quienes verán sus primas incrementadas como consecuencia de la actuación delictiva de unos pocos. Por otro lado, a los propios defraudadores, que pueden enfrentarse a penas de prisión por un delito de estafa. 

La compañía aseguradora también debe afrontar cuantiosas pérdidas, tanto de dinero como de tiempo y de esfuerzo. Además, la subida de las primas provoca una disminución de la cuota de mercado. Este tipo de fraudes perjudican al sector asegurador en su conjunto, porque dan muy mala imagen. 

Las formas que se pueden dar para defraudar a la compañía aseguradora se pueden materializar de maneras muy distintas. Cabe señalar que esta es una situación que engloba a todos los seguros. El de automóvil es el que concentra la gran mayoría de fraudes. 

En concreto, en la póliza de automóvil el fraude que se da con mayor frecuencia es la simulación de un siniestro entre vehículos. El resultado de lesiones o daños materiales se agrava o falsea para obtener una indemnización por parte de la compañía aseguradora. 

En el seguro del hogar, el fraude más común se produce en la cobertura de robo. Hay quienes llegan a simular la perpetración del robo que, en realidad, no se ha producido, o de haber tenido lugar, se incrementan las consecuencias del mismo o el valor de los objetos sustraídos. 

Fraude en seguro de automóvil 

Simular una lesión en el cuello, lo que se conoce como latigazo cervical, tras un supuesto accidente de tráfico es uno de los fraudes al seguro más habituales. Una afección cuyo principal síntoma es un dolor intenso, algo subjetivo y que, por lo tanto, el paciente puede fingir. 

También hay asegurados que ante la compañía declaran averías como si en realidad se tratara de siniestros. En este caso, la aseguradora tiene que analizar la vinculación entre la colisión y el accidente que figura en el parte, prestando especial atención a los daños y lesiones. 

Fingir el robo del coche es otro fraude relativamente común. Consiste en realizar una denuncia afirmando que se ha sustraído el vehículo. 

Consecuencias del fraude al seguro 

El fraude es un delito tipificado en el Código Penal como estafa, y tiene consecuencias muy serias para quienes lo cometen. A nivel penal, si una persona es condenada por haber defraudado al seguro, puede enfrentar una multa económica o, en el peor de los casos, una pena de prisión. 

Cuando una compañía aseguradora detecta un fraude al seguro, puede rescindir unilateralmente el contrato de póliza, así como negarle la indemnización que le corresponde por el siniestro en cuestión. La normativa en vigor establece que ninguna persona, física o jurídica, se puede enriquecer de manera injusta mediante una póliza de seguro. 

¿QUÉ NECESITAS?